Un Dios guerrero y un Dios sabio: Dos poderes en el cielo



En la Torá hay dos descripciones del Dios que se revela: uno es que el separa las aguas del mar Rojo, un Dios guerrero, como si fuera joven; el otro, es el que revela los diez mandamientos en el Sinaí, un anciano, lleno de sabiduría y misericordia. Esta correlación está presente también en la figura del Anciano de Días y del Hijo del Hombre en Dn 7: un Padre y un Hijo. ¿Dos poderes en el cielo? Ciertamente es así para parte del judaísmo del segundo templo…pero con la concreción y expansión del cristianismo, estas ideas serán definidas como herejía por el emergente judaísmo rabínico. Un ejemplo que vale la pena tener en cuenta: Yo soy el Señor, tu Dios [Ex 20, 2]: ¿Por qué habló [Dios] así? Por esta razón. Junto al mar [Rojo] se les apareció como un héroe poderoso en la batalla, pues está escrito: “El Señor es un guerrero”. En el Sinaí se les apareció como un anciano lleno de misericordia. Pues está escrito: “Y vieron al Dios de Israel” [Ex 24,10], etc. ¿Y qué se dice del tiempo que siguió a su redención? “Brillante como el mismo cielo” [ibid]. Y también: “Miré hasta que fueron puestos tronos y un anciano de días tomó asiento” [Dn 7,9].  La Escritura no brinda a las naciones  del mundo, así pues, ningún argumento para afirmar que hay dos poderes [celestes], sino que declara  [lo siguiente]: “El Señor es un guerrero; el Señor es Su nombre”. Él es el que estaba en Egipto y el que estaba junto al mar. Él es el que fue y el que será. Él es el que es en este mundo y el que será en el mundo por venir, según está escrito: “Ved que Yo, incluso Yo, soy Él” [Dt 32,39]. Y también: “¿Quién lo ha hecho y realizado? El que desde el principio llamó a las generaciones. Yo, el Señor, soy el primero y seré al final de los tiempos” [Is 41,4].



Algo parecido constatamos en otro texto rabínico algo posterior: Y por eso dice Daniel: “Miré hasta que fueron puestos tronos y un anciano de días tomó asiento”. Rabbi Hiyya bar Abba enseña que, si un bastardo [cristiano] le dice a uno que “Hay dos dioses”, es preciso responderle: “¡Yo soy el que apareció junto al mar [Rojo], el que se manifestó en el Sinaí!” Pesikta Rabbati 21 100b. Para más detalles: Daniel Boyarin, Espacios Fronterizos, Judaísmo y cristianismo en la Antigüedad tardía, Trotta, p. 231-237.

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